MI NOMBRE ES HARVEY MILK.

Mi nombre es Harvey Milk

Gus Van Sant, con esta película, se aproxima al episodio histórico de las luchas políticas en favor de los derechos homosexuales del activista que da nombre al título. La cinta está protagonizada por un sublime y espectacular, Sean Penn, que nos deja una lección magistral con su personaje. La valentía de Van Sant al afrontar la temática de la reivindicación homosexual, se intensifica, intentando llegar más allá de su mensaje.

En la historia conocemos el recorrido que, durante la década de los setenta, un idealista decide abrir las puertas del armario para los políticos homosexuales. Se autoproclama cabeza destacada, a modo de espejo en el que reflejarse, y así irrumpir en la conservadora e intolerante política americana, centralizada en la ciudad californiana de San Francisco. Allí, desde el distrito de Castro como núcleo esencial, Harvey Milk desarrolló con constancia y clarividencia una defensa intensa y prolongada por alcanzar un cargo en el ayuntamiento local y abrir la muralla (se presenta repetidas veces a supervisor). Lleno de optimismo e ilusión que contagia más allá de su creciente círculo próximo.

Van Sant exhibe una narración astuta, precisa, extremadamente melodramáticos, mostrando la historia de Harvey Milk desde donde se afrontan multitud de temas diferentes que pueden dar pie a ello; tolerancia, lealtad, amor, reivindicación,..

Mención aparte, y especial, merece el extraordinario trabajo interpretativo de Sean Penn., que logra irradiar la esencia y la química de su personaje. También es cierto que está bien secundado por unos actores bien dirigidos. Sean Penn está más que sobresaliente. La historia es muy realista y creíble, seguramente se lleve algún premio por ello.