Gomorra

La película, Gomorra, del director Matteo Garrone me ha impactado mucho, resulta difícil recuperarse de las imágenes de angustia y tensión que se ofrecen en las dos horas de proyección. Y de pensar que lo que estas viendo es la pura realidad te quita el sueño. Desde que el escritor Roberto Saviano titulara su libro Gomorra han pasado dos años, se han vendido muchos ejemplares, se ha traducido a 30 idiomas y ahora Camorra y Gomorra son sinónimos.

El best seller es un libro impactante, duro, seco y muy documentado, de lectura complicada, le ha valido a su autor una fama poco agradable, porque parte de la mafia lo tienen en el punto de mira y ahora vive con escolta. Pero el grito que cierra el libro -"¡malditos bastardos, todavía estoy vivo!"- y el coraje de su investigación sobre el imperio criminal levantado por la mafia napolitana, han cruzado ideologías, fronteras y géneros.

La versión cinematográfica también lleva el título de Gomorra. La ha dirigido Matteo Garrone, un cineasta romano de 39 años, y en el guión han participado seis personas, incluidos Garrone y Saviano, comandadas por otro escritor napolitano, Maurizio Braucci. Antes de su estreno, el filme ha creado enorme expectación y algunos problemas. El director pasó seis meses en Nápoles preparando el rodaje, tratando de encontrar el lenguaje que le permitiera convertir el libro en imágenes tan reales como la vida que describe Saviano.

Dicen que la película es un complemento al libro, sin seguirlo al pie de la letra. Es una buena película de una trágica realidad. El Sistema de esa sociedad ha montado allí uno de los mayores mercados de droga, los niños son reclutados a los 10 años para hacer de palos, los que avisan a los camellos si llega la policía, y van escalando en la jerarquía. Aparecen escenas donde se puede ver cómo funciona la industria textil de Tersigno, donde se fabrica gran parte de la moda italiana que se vende en las tiendas de lujo y los Todo a 100. Vayan a verla.